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sábado, 22 de mayo de 2010

Micaela Cascallares



Seguimos presentando imágenes de algunos pequeños pueblos intentando rescatarlos del olvido y la soledad profundizada desde el desguace de la vías ferroviarias en tiempos de la infamia menemista.
Micaela Cascallares es un pueblo rural que se localiza a 22 km al sudoeste de la ciudad de Tres Arroyos en la provincia de Buenos Aires, sobre la traza del ferrocarril, y a pocas cuadras de la Ruta Nacional 3 desde donde se divisan los silos de la localidad.
En la actualidad se estima que posee unos 600 habitantes.

Reseña Histórica

El nombre del pueblo es un homenaje a la memoria de la madre del gobernador de la provincia Máximo Paz.
Se considera como fecha de fundación el 23 de julio de 1889 cuando el agrimensor Rivera realizó la mensura del pueblo, tras la aprobación y firma del decreto por el gobernador de la provincia Máximo Paz y el ministro de Gobierno, Manuel B Gonnet. Esta acción tuvo su origen en diciembre de 1888 cuando Benjamín del Castillo adquirió una superficie de 20.936 ha a Ignacio Imaz procediendo a la subdivisión de las tierras en 380 chacras e impulsando el trazado del pueblo.

Situación actual y evolución

En el área urbana en 1991 vivían 674 personas, 108 menos que en 1980 observándose un proceso de éxodo de población común a la mayoría de las localidades del interior del partido. Un censo realizado en 1999 muestra la profundización de este proceso, arrojando una cifra de 562 habitantes, un 16,6% menos que en 1991, lo que implica una tasa de crecimiento poblacional negativa, lo que muestra el agudo proceso de despoblamiento que sufre la localidad con más de un 20% de viviendas desocupadas. Se estima que en la década del ´50 el pueblo contaba con unos 1500 habitantes.
La planta urbana está dividida en dos sectores por el ferrocarril que vincula las ciudades de Tres Arroyos y Bahía Blanca. Tiene una disponibilidad del 26% de parcelas vacantes, es decir que se halla más ocupada que las otras localidades del Partido.
Se plantea como un gran problema la falta de una red de gas, lo que dificulta la calefacción en invierno debido a los altos costos de la leña, el kerosén y las garrafas. En los próximos meses se dará inicio a las obras de la red de agua corriente, en reemplazo de los pozos individuales que toman agua subterránea contaminada con arsénico debido al uso de agroquímicos en los campos.
Entre todos los pueblos del distrito de Tres Arroyos, Micaela Cascallares es el mejor ubicado: está sobre la Ruta, tiene acceso pavimentado y es el más cercano a la ciudad cabecera. Además cuenta con una Cooperativa Agrícola de gran empuje, que genera 70 empleos. Estas condiciones, que en principio parecieran ser favorables respecto de los otros, parecen volverse en contra ya que se presume que es el pueblo que sufre el proceso de despoblamiento más acelerado.


Una bella canción que se hace realidad en Micaela Cascallares como en cientos de pueblitos argentinos


DE LOS PEQUEÑOS PUEBLOS

Letra: Teresa Parodi - Música: Enrique Llopis

Mirando el cielo,
el anciano piensa todos se han ido,
y este pueblito que en otros tiempos fuera un vergel,
no tiene más aquella alegría de los domingos,
quien sabe donde se la ha llevado el último tren.

La vida pasa sin detenerse, por el camino,
es tan distinto esperar ahora el atardecer,
se acuerda de antes cuando se iba con los amigos,
a ver las niñas engalanadas en el andén.

Ay, es tan cierto su recuerdo,
que hasta cree oír de pronto
que a lo lejos vuelve el tren,
La calesita dando vueltas
y sus hijos festejando de la mano de Raquel.

El tren traía, pero llevaba también la vida,
por eso entera se fue la vida con ese tren,
que aquella tarde pasó de largo,
dejando a todos engalanados
y sin visitas en el andén.

Las vías corren hoy silenciosas y sin destino,
la campanita no canta más al atardecer,
el pueblo ahora parece un niño que se ha perdido,
huérfano y triste, de soledad va muriéndose.

Ay, lo despierta suavemente,
con un beso breve y manso,
la ternura de Raquel.
Ay, deja el banco de la plaza
y de su brazo vuelve a casa,
ya ha empezado a anochecer.

La vida pasa sin detenerse por el camino.

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