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jueves, 29 de julio de 2010

Carhué


Carhué es la ciudad cabecera del partido de Adolfo Alsina en la Provincia de Buenos Aires,
Se encuentra a unos 561 km al oeste de la ciudad de La Plata y a 520 de Buenos Aires. La ciudad fue un destino turístico famoso por las aguas termales de la Laguna Epecuén y actualmente sus habitantes están empeñados en el resurgimiento del lugar, afaectado por las inundaciones de la década de 1980 que destruyeron la villa turística. Se conecta con la Ruta Provincial 60.
Su población actual se estima en algo menos de 10.000 habitantes
El Ferrocarril del Sud arribó el 17 de abril de 1899, el Ferrocarril del Oeste el 18 de julio de 1903 y el 1 de julio de 1911 el Ferrocarril Midland de Buenos Aires. La estación es del típico estilo colonial inglés. Fue premiada desde 1982 a 1985 con dos primeros puestos y un segundo a la mejor estación, por su mantenimiento edilicio y el movimiento en general. Durante los años 1970 y 1980 se clausuraron los 3 servicios.

Historia

CARHUÉ: LUGAR VERDE “Car-hué”: CARRE, Verde o verdor; HUE, Lugar o donde hay

Esta descripción habla muy bien de lo que fue el MAPÚ CARHUÉ (País del Carhué) para las huestes araucanas que comenzaron a venir desde Chile en el siglo XVI. Este “país” era una especie de corral natural de excelentes pastos, arroyos y lagunas de agua dulce para sus sistema comercial. Con anterioridad a los aborígenes chilenos araucanos, habitaron todas estas tierras aborígenes autóctonos denominados Tehuelches. Debido a la araucanización forzosa de la pampa, nuestra zona se caracterizó de una acentuada tendencia araucana, notorio esto en los topónimos de estos territorios. La principal actividad de estas tribus araucanas fue la toma de ganado cimarrón y su traslado a Chile, en donde era canjeado. Los caminos usados se denominaron “rastrilladas.” La más conocida fue la RASTRILLADA DE LOS CHILENOS, que pasaba en las cercanías de Carhué. Las primeras referencias sobre la zona datan de fines del siglo XVIII y principios del XIX con las primeras expediciones comerciales en busca de sal a las Salinas Grandes, y sus grandes yacimientos. En las tierras conocidas como Masallé, al oeste de la Laguna de Epecuén, se asentó, una parcialidad araucana, los “vorogas”. Cierto día del año 1834, reciben a 200 indios chilenos para comerciar y que estaban bajo el mando de CALLFUCURÁ, quién los sorprendió y tomó toda la posición. Calfucurá se haría el soberano de todas estas tierras. Muere a avanzada edad en 1873 exclamando su testamento político “NO ABANDONAR JAMÁS CARHUÉ AL HUINCA”. Su hijo, Manuel Namuncurá, ya septuagenario, asume el legado de Calfucurá, y se enfrentará al Estado Nacional. El país nunca estuvo en condiciones de solucionar de alguna manera el importante perjuicio que se infligían a las poblaciones fronterizas. Así, para 1876, durante la Presidencia de Nicolás Avellaneda, el Mtro. de Guerra y Marina Dr. Alsina diseña un plan de ocupación de dicho territorio. El plan de Avance de la Frontera Interna consistía en ocupar los cinco lugares más importantes para el sistema económico aborigen. Italó (Sur de Córdoba), Trenque Lauquén, Guaminí, Carhué y Puán en la provincia de Buenos Aires. Una vez arribadas las Divisiones debían construir un fuerte y los fortines necesarios para defender la posición.. Carhué era el lugar de mayor avanzada en la frontera de 1876 y es debido a ello que se establecen más de 1000 soldados y se construyen más de treinta fortines en solamente 52 km. de frontera, convirtiendo a Carhué en el lugar de mayor fortificación y de mayor importancia para su ocupación. El Tte. Crnl.. Nicolás Levalle, jefe de la División Sud, ocupó Carhué el 23 de abril de 1876, y el 21 de enero de 1877 funda oficialmente el Pueblo de “Adolfo Alsina”. En 1949 se le restituye el nombre ancestral: Carhué.

El cementerio de Carhué emerge de las aguas



La inundación de 1985 destruyó la villa turística Lago Epecuén.
Las aguas estuvieron a las puertas de la vecina ciudad de Carhué que fue salvada gracias a la construcción de un terraplén.
El cementerio de la localidad, en cambio, quedó sumergido.
Un cuarto de siglo después el descenso de las aguas permite apreciar este lugar considerado sagrado por la mayoría de los carhuenses que tienen allí sus difuntos.

Lago Epecuén o el dolor de ya no ser...





Hacia 1876 Carhué y el Lago Epecuén eran prácticamente desconocidos, pues pertenecían a los dominios indígenas. Fue el 23 de ese mismo año cuando el Tte. Coronel Nicolás Levalle estableció la Comandancia de las fuerzas de la División Sud, sobre una de las barrancas del Lago, e inicio de inmediato la fundación de un pueblo, el 21 de enero de 1887, bautizado Adolfo Alsina, por el entonces Ministro de Guerra y Marina.
Sin embargo, la primera referencia del Lago Epecuén data de alrededor de 1770, cuando el Piloto De La Real Marina Pablo Zizur realiza un viaje en busca de sal a Salinas Grandes, es quién la descubre y la bautiza Laguna San Lucas.
Quiso el destino que San Lucas sea el patrono de la medicina. El primer análisis de sus aguas se produce en 1886, diez años transcurridos de la fundación de Carhué. El análisis fue realizado por un químico italiano que se maravilló por la riqueza mineral del Lago Epecuén, constatando que la salinidad era superior a la del mar en 10 a 1. Además recomendaba su explotación mediante ferrocarril para su uso doméstico y comercial.
A principios del siglo XIX el Lago Epecuén comienza a ser muy renombrado por las propiedades curativas de sus aguas. Los primeros pobladores y visitantes arribaban en galeras o diligencias, provenientes de Azul, 25 de Mayo, y en años posteriores desde Arroyo Corto, que era punta de riel. Todos concurrían maravillados por los comentarios de personas que conocían las propiedades acampando en sus orillas.
Luego el FFCC dará un gran impulso: en 1899 llega el ferrocarril Sud; en 1903 el Oeste con parada en Carhué y en Epecuén a 2 Km. del Lago; y en 1911Midland, desde Estación de Puente Alsina hasta Carhué.
En 1909 el Ministerio de Obras Públicas de la Pcia. De Buenos Aires le da un respaldo científico-médico a sus aguas milagrosas. A partir de allí, el interés y prestigio fueron creciendo, y se comienza a vislumbrar un gran futuro para el Lago Epecuén. Varios pioneros y visionarios efectúan obras cuyo fin es dar a los bañistas confort y servicios. El ritmo de crecimiento se hizo frenético, se construían hoteles de alta categoría, balnearios imponentes y enormes residencias privadas, a la par de la instalación de empresas extractoras de sal, barro radioactivo, fábricas de jabones a partir del fango, etc.
Los ’20 marcaron el inicio de un desarrollo impresionante: grandes hoteles dan comodidad y lujo a las familias adineradas que venían en búsqueda de descanso y de curas milagrosas. La Sociedad Anónima Minas Epecuén fueron, junto a la S.A. Balneario y Termas Mar de Epecuén de Arturo Vatteone, uno de los pioneros en la explotación. En 1922 se produce el primer loteo de tierras para la conformación de un pueblo y se lanzaron campañas publicitarias ofreciendo terrenos a orillas del Lago lo que daría inicio a la futura lago Epecuén, en las tierras que hasta entonces pertenecían a la Sociedad Mar de Epecuén de la cual Vatteone era presidente.
Conjuntamente con los balnearios que se instalaron en todas sus costas, incluidos en las márgenes mas cercanas a Carhué, se fueron creando hoteles y la gente comenzó a radicarse y conformar una villa turística. De esta forma, comenzó un ritmo frenético de construcción de hoteles de categoría internacional. Entre los primeros emprendimientos económicos se puede mencionar Mar de Epecuén (1921. fundada por Arturo Vatteone, quien construyo un fortín Museo para los turistas), Balneario y Termas “Minas de Epecuén” S.A. (1921), Balneario y Termas “Plage Hotel” (1922), Balneario Y Termas De Carhué, Termas Hotel y Balneario Bristol de Carhué (1923), Balneario y Termas de Epecuén S.A. (1924), Balneario y Termas Hotel “Las Delicias”, Balneario y Hotel “Gorostegui”, Balneario “Villa Sauri” y Hotel “La Clarita”.
Al lado de los hoteles comienzan a establecerse trabajadores y propietarios y así para 1930 la villa “Mar de Epecuén” o “Epecuén Ville” como se la nombraba, ya contaba con una iglesia en construcción, una escuela y todos los servicios de un pequeño pueblo.
A partir de allí la historia de crecimiento de la villa no cesaría: tres líneas ferroviarias tenían parada en Carhué y su lago. Las empresas promocionaban pasajes con descuentos, sumaban frecuencias y hasta instalaban oficinas de turismo en sus estaciones.
Villa Lago Epecuén llegaría a contar con 5.000 plazas hoteleras declaradas. Al año 1985 eran alrededor de 250 establecimientos dedicados exclusivamente al turismo que en sus mejores épocas, es decir en los 70 sumaban 25.000 personas por temporada estival.
Por más de 60 años el lago continuó con su problema ancestral: la falta de agua. Ésta truncó decenas de fabulosas inversiones dejando en la ruina a sus propietarios.
Los años ‘50 y ‘60 sirvieron para el afianzamiento del destino turístico comenzado en los veinte.
Ya en los ’70 y bajo la tutela del municipio se encara un proyecto ambicioso y que daría el esplendor máximo a la Villa. Se diseña y construye un complejo que constaba de una gran pileta de agua dulce a sus orillas y una serie de vestuarios, duchas y confitería a la vera del lago.
Por obras realizadas en el sistema de Lagunas Encadenadas comienza a verterse agua al lago lo que hace que se deba construir en 1978 un murallón para contener el ingreso del agua al ejido.
Así a medida que aumentaba el agua se levantaba y consolidaba el terraplén.
El 10 de noviembre de 1985 el muro de contención que poseía más de 3.50 mts de altura sucumbió y poco a poco fue sumergiendo al pueblo y su rico pasado.
Al cabo de 15 días el pueblo estaba prácticamente sumergido por más de dos metros de agua.
La situación se intensificó y un par de años después el pueblo tenía más de 5 metros de agua. El pico máximo ocurrió en 1993 cuando en ciertos sectores del sumergido pueblo se midieron más de 10 metros.
Casi dos décadas después, con el descenso del nivel de las aguas, se puede acceder fácilmente al lugar y ser testigo de un paisaje fantasmal producto de la desolación de la villa arrasada y los efectos de la salinidad de uno de los lagos con más alta concentración de cloruro de sodio en el planeta

Atalaya




Ubicada a 50 km. al sur de La Plata, es una de las poblaciones más antiguas de la provincia de Buenos Aires y su puerto natural, lugar de importantes episodios en la lucha por la soberanía nacional.
En medio de una hermosa forestación de especies naturales a implantadas palmeras, espinillos, eucaliptus, talas, plátanos encuentra un pueblito de casas de fin de semana, sencillas y de cuidados jardines. Hay una casilla de teléfonos. A la derecha, un cartel indica Balneario por camino mejorado, cruzando un hermoso bosque silvestre. Hay lugar para acampar o hacer picnic, con modestas construcciones, un muelle junto al arroyo y la vegetación llegando a la orilla.
Este puerto natural fue custodia de la soberanía nacional: en 1735 el gobernador Salcedo ordenó instalar una torre vigía (al producirse la invasión portuguesa a la Colonia del Sacramento) para observar el estuario, prevenir la llegada de naves enemigas a impedir el comercio clandestino.
Como puesto de guardia, su regimiento de 80 gauchos rechazó fuerzas de desembarco brasileñas en 1826. Durante el bloqueo anglofrancés al puerto de Buenos Aires, el jefe de la expedición, almirante Leblanc, asoló las poblaciones costeras con ataques sorpresivos. Desembarcaron aquí 500 marineros, que entraron en combate con la pequeña guarnición de gauchos al mando del mayor Miguel Valle, quienes ofrecieron resistencia heroica. Los franceses, al huir, abandonaron algunas barcazas que habían usado en el desembarco y que pudieron ser vistas durante años en la playa. Hacia 1875 llegó a tener 3 saladeros y 4.000 habitantes. Fue puerto de exportación hacia Cuba, España y Brasil con carne salada y cueros, también punto de atracción de barcos piratas ingleses, holandeses y franceses para contrabando. Con la aparición de los frigoríficos, a principios de siglo, se acabaron los saladeros y se produjo el gran éxodo; su población es hoy de sólo 400 habitantes.
Durante la temporada de verano es balneario y lugar de recreación popular. Se practican deportes náuticos. Sobre la avenida de ingreso se encuentra la Iglesia y, frente a ésta, el Museo.